sábado, 1 de septiembre de 2007

ORGULLO SEVILLISTA




El día ayer fue un día muy raro. Por la mañana tuve que hacer un esfuerzo para ponerme mi camiseta carmesí, no había ganas de fútbol. No fue hasta media mañana cuando escuchando Sevilla Futbol Club Radio que llegué a pensar que no era día para dejar al equipo solo. Ni al equipo ni a los aficionados que se habían desplazado a Mónaco.

Aún así, las sensaciones eran raras, muy raras. No se parecían en nada a los de otros días. No miraba el reloj deseando que fueran las 20:45 h. No tenía cosquillas en el estómago. No tenía ganas de llegar a casa antes de la hora del partido, es más me entretuve bastante en el Sani para llegar justo con el pitido inicial. No había ganas de fútbol.

Y así viví el partido. Tras el gol de Renato (siempre mi Renato, mi debilidad) me costó mucho gritar. Los que me conocen saben que viendo el Sevilla grito hasta cuando Poulsen se coloca su cinta en el pelo. Las sensaciones eran tan y tan diferentes...



Del partido prefiero no hablar, quizás lo haga más adelante. Sólo quiero decir que si la vida es justa nos dará la oportunidad de volver a jugar contra el Milan en igualdad de condiciones. Y es que ayer jugamos contra el Milan, que nadie se olvide. Contra un tal Gattuso, Kaka, Oddo, Nesta y... Pirlo. He dicho que no quería hablar de fútbol, pero rectifico lo escrito. PIRLO, en mayúsuculas. ¿Y si fuera en la final de Champions en Moscú? Qué homenaje más bonito para Antonio sería...

Ante el comportamiento del Milan me quito el sombrero. No estoy hablando ahora de fútbol. Estoy hablando de muchos detalles, desde la presencia de Galliani en el funeral, su ofrecimiento a suspender el partido, las declaraciones de Ambrosini diciendo que el partido no se tenía que haber jugado, el nombre de Puerta en la camiseta, el gesto de Seedorf tras ser sustituido, el gesto de Kaká y por encima de todo, el gesto de su afición ofreciendo a la nuestra una pancarta: Onore a Puerta. Grande Milan, muy grande.




Hoy estoy orgullo de ser sevillista. Más orgulloso que cualquiera de los cinco días posteriores de nuestros títulos. Más que en Eindhoven, que hace justo un año en Mónaco, que en Glasgow, y las dos últimas veces en Madrid. Hoy más que nunca. Porque mi equipo ayer no perdió una final. Ayer no perdió el Sevilla. Ayer mi equipo dio una muestra de lo que es perder una final. Tenía miedo a la derrota cuando fui a Mónaco, tenía miedo en la final de Madrid. Tenía miedo a sentir lo que es una derrota. Ahora que lo hemos sentido, me siento perfectamente. Me queda la imagen de la afición cantando, bufandas al aire. Con el 3 a 1, Vamos mi Sevilla, Vamos Campeón...

Hoy es día para ponerme la camiseta de mi equipo. Dejaré a un lado la carmesí y me pondré la blanca, que se me identificará mejor. Será mi pequeño homenaje al gran esfuerzo realizado ayer por los gladiadores de Nervión. Porque como un día escuché en boca de nuestro líder, Pablo Alfaro, yo, cómo él, tampoco nací siendo sevillista, pero moriremos siéndolo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿ Te puedes creer que casi me sacas unas lágrimas leyendo tu magnífico articulo ?

GRANDE MILAN, GRANDE SEVILLA.