miércoles, 19 de marzo de 2008

VOLVER


Acabo de hablar con mis padres. A las nueve en punto sale su tren AVE dirección Puente Genil. En cinco horas y cuarenta y cinco minutos habrán llegado al pueblo del que salieron hace exactamente la friolera de 44 años.

44 años. Se dice pronto. Mucho ha cambiado sus vidas. A día de hoy vuelven a estar solos ellos dos, pero ya han dejado en esta vida dos hijos: uno, el mayor, hace muchos años que emprendió la aventura madrileña. Otro, el pequeño, el que escribe, hace dos años que también vuela solo, aunque aún molesta los mediodías y algún viernes por la noche. Y llegarán a un Puente Genil tan y tan diferente del que ellos dejaron. Quizás igual de diferentes que son ellos.

En Puente Genil hoy se reencontrarán con su hijo mayor. El pequeño no va. Tengo que reconocer que no he heredado ni el gusto ni la pasión por la Semana Santa. Más bien, todo lo contrario. A día de hoy lo respeto, pero me parece un conjunto de excesos, tanto gastrónomicos como de bebida, de ostentación, etc. Lo religioso queda a un lado. Para compensar me hice sevillista, que alguna tradición familiar tenía que defender, ¿no?

Cuando llegaron la primera vez tardaron 36 horas hasta que llegaron a la Estación de Francia, donde les esperaban unos familiares. Bueno, algo han avanzado las líneas férreas durante estos años.

Vuelven para Semana Santa, vuelven para vivir sus fiestas, seguir sus tradiciones. Llegarán a su pueblo, saludarán a antiguos amigos. Visitarán familiares, ya lejanos porque los próximos los tienen en Barcelona.

No quiero repetirme siempre con lo mismo. Pero cuando llegan los veranos y veo los coches de los magrebíes cargados hasta arriba, haciendo colas para atravesar el Estrecho, etc. pienso en lo mismo que estoy pensando hoy. Gente que vuelve a su casa.

Por otro lado, estoy contento porque la persona más enamorada de los trenes que conozco, mi padre, está montando por primera vez en el tren de alta velocidad. No hay nada que le haga más feliz que montarse en un tren y volver a su pueblo. Hoy junta las dos cosas. Para algo dicen que hoy es el día del padre.

5 comentarios:

Taratan dijo...

Efectivamente, los que venimos de Galicia, Extremadura, Andalucia etc.. somos igual de inmigrantes que los que vienen en patera.

Es curioso recordar la odisea que significaba hacer antes 1000 kilometros.

Javi G. Rigol dijo...

la verdad es que es bonito lo que dejas de decir, esa añoranza, y por cierto es verdad todos somos imigrantes, somos un poco clandestinos del lugar en el que habitamos, un poco perseguidos un poco marginados pero al fin al cabo felices de donde somos y provenimos

Anónimo dijo...

¿ A todo esto imagino que le habrás felicitado a tu padre antes de marcharse no ? jejeje

Bonita visita la que harán y más si va ese de los 40 Pirnicpales jejeje.

Yo por mi parte y como hemos hablado esta mañana por movil te invito a echar un Buzz en casa Salou al lado de Tarartan ( este siempre gana, yo soy de Tekken aunque a Popo le pese jejejej ) y demás .

Un abrazo y nos vemos a la vuelta.

Anónimo dijo...

Creo que somos muchos los que nos reconocemos en alguna parte de ese relato. Yo tambien tengo padres inmigrantes. Ellos no llegaron el patera pero si en trenes de madera que tardaban dos días en llegar a la ciudad condal.
Todos deberíamos mirar a los que ahora llegan pensando que en su momento esas caras de tristeza por abansondar su hogar, fueron las de nuestro padres y tener en cuenta que los primeros perjudicados por el fenómeno de la inmigración son los propios inmigrantes....¿o acaso alguien cree que es gustoso dejar atrás a familia, hogar y amigos en busca de una vida mejor?.

Un saludo a tod@s.

Hilario dijo...

Joan, suscribo cada una de tus palabras. Tienes más razón que un Santo. Como se nota que eres sevillista jejejeje