miércoles, 14 de enero de 2009

YA NO LEO MIS FACTURAS EN EL ASCENSOR


Hola,

Andaba yo reflexionando esta tarde que el hecho que el señor Antonio, mi progenitor, ha pasado a engordar la lista de jubilados de este país, ha tenido en mí una terrible consecuencia.

Os cuento. Yo solía llegar a las dos y cuarto a casa de mis padres para comer, abría el buzón y subía en el ascensor leyendo las cartas y la publicidad. Veía las ofertas del Eroski y del Caprabo, publicidad del Telepizza, de un tío que dice que hace vudu y te ayuda a recuperar tu trabajo, tus amores, etc, cartas de Ives Rocher para mi madre en la que siempre le tocan regalos a canjear cuando compre y, sobre todo, las cartas de amor que me manda una mujer, que me imagino que por el color que utiliza (el naranja) y por su nombre, Van Kinter, debe ser holandesa. Bueno, quién dice Van Kinter, dice Bankinter...

Me manda un montón de cartas. Yo creo que debe estar enamorada de mí.

Pero a día de hoy, esto ya no es posible. Porque el señor Antonio se baja a dar la vuelta de los jubilados (mal momento para jubilarse ahora que está decayendo la construcción y las obras) y cuando sube abre el buzón. Así, cuando yo llegó, siempre me lo encuentro vacio. Qué largo se me hace subir los ocho pisos en el ascensor...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

eso lo podria añadir usted a su articulo de los 30 y es que a patir de ahora los cambios van a suceder dia a dia usted pasara a ser el manitas de la casa , eso depende de su destreza o del interes que haya puesto durante estos años, que me dice como lleva lo de cambiar un grifo o colocar una cortina o ha sido usted presidente de su comunidad intentando aprobar un presupuesto de 40 o 50mil euros para hacer la fachada o poner un ascensor , esas son faenas de nuestros progenitores que pasan como una herencia no deseada a la que nos vemos destinados sin querer... su padre pasara a un segundo plano en estos aspectos preguntele a el que piensa. saludos.

Hilario dijo...

Señor Ratonpolis,

No le puedo negar que ando intrigado sobre su identidad. Algún día, si usted quiere, podría enseñar un poco la patita por debajo de la puerta, o dejarme algún guiño, pero sólo si usted quiere...

Respecto a su duda, paso a darle respuesta. Es bien cierto que es esa una reflexión que ya me había hecho previamente. Es decir, si cuando tengo que colgar un cuadro, montar una estantería, arreglar una cisterna, montar un armario del IKEA (véase que todos son ejemplos reales) tiro de los conocimientos de Don Antonio... ¿Qué haré cuando pierda, Dios quiera que tarde muchos años, la disponibilidad que caracteriza su personalidad?

Es más: cuando el niet@ de Don Antonio precise de estos servicios... ¿Su padre Hilario será capaz de cubrir esta necesidad básica?

Creo que la próxima vez que haga algún arreglillo iré con él y prestaré atención. Dicen que el aprendizaje por imitación es el mejor que hay. Y que me perdonen mis profesores de la Facultad de Psicología y el tótem César Coll por ponerlo por encima del aprendizaje significativo.